El Mercado de los Sueños, Episodio I

 




Se dice que, en una ciudad que solo aparece de noche, existe un mercado donde los sueños se compran y se venden como si fueran frutas o telas. Nadie sabe en qué calle surge, ni cómo llegar a él; solo aparece para quienes se atreven a seguir la llamada de su propio deseo.

Las tiendas no tienen paredes ni techos: son toldos sostenidos por estrellas. El suelo brilla como agua en calma, y entre los pasillos se pasean personas de todas las edades, cargando en sus brazos sueños envueltos en papel de plata, en jaulas de cristal o en cofres de madera perfumada.

El joven buscador

Una noche, un joven llamado Elías llegó al mercado. No buscaba riquezas ni aventuras: quería encontrar el sueño que lo persiguiera de niño, aquel en el que volaba sobre un océano de nubes. Desde hacía años lo había perdido, sepultado bajo la rutina y el cansancio.

El primer vendedor le ofreció un sueño sencillo:

—Por unas monedas tendrás descanso profundo, sin pesadillas ni sobresaltos.

Pero Elías negó con la cabeza. No quería olvido, quería magia.

El segundo comerciante desplegó ante él un tapiz donde los sueños se movían como peces: había uno en que era rey, otro en que vivía amores imposibles, otro en que nunca moría.

—Elige —dijo el mercader—. Todo esto puede ser tuyo.

Elías sintió el brillo de la tentación, pero sabía que no buscaba coronas ni eternidad.

El encuentro

Por fin, una anciana con ojos de luna lo llamó desde un rincón. En sus manos sostenía un frasco pequeño, tan modesto que parecía vacío.

—Este es el sueño que buscas —le dijo—. No lo vendo, porque no tiene precio. Lo cedo a quienes se atreven a recordarlo.

Elías abrió el frasco y de él salió un soplo suave, como el viento de la infancia. Cerró los ojos y se encontró de nuevo flotando en el cielo, ligero, libre, sobre un océano de nubes. Sintió que recuperaba algo más que un sueño: recuperaba una parte de sí mismo que había creído perdida.

Al despertar, comprendió que el mercado no estaba fuera, sino dentro de él. Cada noche, cuando cerrara los ojos, tendría la posibilidad de volver a visitarlo, si era valiente y paciente para reconocer sus propios anhelos.


@Joaquín Lourido




Comentarios

  1. Qué maravilla de cuento, me has hecho soñar como de niña.
    Gracias por tanta dulzura.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Sara por tus palabras. La verdad es que ciertos cuentos no solo cumplen su misión. Si no que mueven montañas a través de las emociones.
      Un fuerte abrazo.

      Eliminar
  2. «Solo una cosa vuelve un sueño imposible: el miedo a fracasar» (Paulo Coelho).
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Así es Chema. Gracias por tus palabras y ejemplos.
    Un cálido abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Maravilloso, el encontró el sueño y aquí estamos para disfrutarlo, me ha gustado enormemente, esta noche intentaré recordarlo oara soñar...
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Stella por apreciarlo de esta manera. Tod@s debemos de soñar para que se cumplan nuestras cuestiones.
      Un cálido abrazo.

      Eliminar

Publicar un comentario

En el fulgor del horizonte estoy naciendo y soy el día que llega para cuidarte. @Joaquín Lourido