Unos mil pensamientos cruzan veloces a través de mi mente y una sensación de soledad recorre mi cuerpo, al ver destruido aquel laborioso trabajo.
En mi distracción, contemplo las ruinas que antaño fueran un templo soberbio y, a pesar de la visión, la belleza del lugar me hace sentir embriagado de mil emociones contradictorias.
Me siento cautivado por el eco del silencio, por un paisaje tantas veces idealizado en sueños, y me siento pequeño ante un prodigio insólito, suspendido entre el espacio y el tiempo.
Cierro los ojos, no pienso, sólo siento la inmensidad del proyecto, un llanto contenido surca mi rostro y un escalofrío de humildad recorre mi cuerpo.
¿Qué fue de esa gente?
¿Qué fue de ese tiempo?
Preguntas sin respuesta que permiten que mi mente siga soñando, imaginando un mundo inexistente, mágico y a la vez cercano.
Y, de repente... despierto.
Letra: Joaquín Lourido
Música: Celtic Whisper
Lo más doloroso de lo que está aconteciendo ahora en tu tierra es que no se trata de un mal sueño del que se va a despertar.
ResponderEliminarMucho ánimo, con mi abrazo.
Es verdad lo más doloroso es apreciar que desde que no se prevé la limpieza de los montes y con cambios climático y altas temperaturas el fuego asola y arrasa todo lo que haya de por medio. Estamos en el siglo XXI, pero en estas cuestiones ya hace décadas que desde que no se limpian los montes como se hacía en el siglo XX pasa lo que pasa. Primero no hay prevención. Segundo Es competencia de cada autonomía y si esta no puede que aplique el nivel adecuado. Tercero. Intereses creados para urbanizar y tener muebles más baratos. En fin serían innumerables las cuestiones porque hoy día, la humanidad no solo es avariciosa es mezquina.
EliminarGracias por tu presencia Chema. Pero sé muy bien de lo que hablo cunado has expuesto algo que conozco desde muy chaval. Muy agradecido. Un abrazo y buen comienzo de semana.