Mi mamá, Divina Andrade
Ese mundo que a solas habité
flotando entre lo oscuro
donde con Dios viví,
fue para mi una incógnita,
un tiempo sin distancia,
algo intangible,
desconocido y nebuloso,
perdido entre silencios especiados.
perdido entre silencios especiados.
Allí no había palabra
que decir, que entregar
ni un oído para percibir,
ni lengua alguna para hablar.
Sin párpados ni ojos para ver
y sólo atado a un extraño cordón
que no podía templar.
Así era mi vida:
Simple como una hebra
antes de haber nacido.
Uno como especie de alba
roja y solitario que esperaba.
roja y solitario que esperaba.
En nueve meses no dije una palabra
ni vi paisaje alguno.
Al aire lo sentí
como una bendición,
como una bendición,
fresco para el aliento de mi piel,
tierno como los ruegos
de alguien que llevaba adentro
y que me amaba.
Tampoco había sombras
por los alrededores del vientre
donde mis manos discurrían
y mis pies se movían
como pestañas rotas.
Entretanto caminaban
por mi en la ciudad... hambriento,
por las calles sedientas,
por las aceras lavadas
por la lluvia, comprometidas
por la lluvia, comprometidas
al paso de la vida.
Y comencé a sentir...
Mi corazón que siempre
había latido
lanzó un largo gemido
cuando...
a la hora de mi nacimiento
a la hora de mi nacimiento
la luz se hizo a mis ojos
y mis labios lloraron.
No se si era domingo o lunes,
o el viernes que ahora quiero,
o cualquier día en la premura
que Dios quiso
fuera mi nacimiento.
Lo cierto es...
que en aquel momento
que en aquel momento
alguien que presumí,
quise desde siempre y amé...
Ahora conozco en plenitud,
abrió sus piernas saludables,
abrió sus piernas saludables,
se quejó largamente y gritó.
Heroína con nombre
de cereza, luz, color,
agua que corre,
sueño que comienza,
sueño que comienza,
lucero que titila,
tiempo que alumbra,
tiempo que alumbra,
fuego que en la historia se eterniza,
lloró hasta que se rió
burló su cansancio
burló su cansancio
y me abrazó a sus brazos.
Entonces sentí un beso
y empezó a arder mi sangre.
Se avivaron mis ojos
y también sonreí,
supe de quién venía
y adiviné quién era.
Desde mi propio inicio,
hasta por siempre ahora,
su nombre es... Divina
para mi bendición.
Y cuando abrí los ojos
la vi entre mis recuerdos:
supe que era, mi madre.
Quino ©
Joaquín Lourido
Joaquín Lourido
Derechos Reservados.
Texto, imagen y vídeo-poema.
Vídeo-poema recitado por Santiago Liberal
Qué preciosidad de poema, Joaquín.
ResponderEliminarNo quiero añadir nada para no estropearlo. Aplaudo. Y admiro.
Bicos
La verdad es que es un poema dedicado a mi madre. Lo hice unos día antes de que falleciera y forma parte de uno de mis libros que es "Danza Poética" y de vez en cuando por estas fechas, lo publico en honor a ella que bien merecido se lo tiene.
EliminarBicos con agarimo.
Maestro !!!!!
ResponderEliminarA sus pies, mi p. saltamontes !!!
EliminarTú también demuestras q vales un mogollón tanto como persona como profesionalmente en esto de las letras... coge de vez en cuando, tres piedras pequeñas, con dos haces camino al andar y la otra la guardas para cuando llegues a esa meta y encuentres esa cima, sin ningún punto de borrasca.
Un cálido abrazo, hermano.
A lovely and heartfelt tribute to your mom. I miss mine all the time.
ResponderEliminarThank you very much, she deserves this and much more. He has been a great person and depending on the mood of how I am on these dates, sometimes I publish it. A big hug and have a wonderful day !!!
EliminarTe ha quedado bordado, el poema. La maternidad es un privilegio y tener descendencia agradecida, un placer merecido que no todas las madres tienen.
ResponderEliminarCuando me siento triste, querría volver al vientre de mi madre, a esa oscuridad tan segura y confortable...
Un beso ( o dos).
Hola Eva. He realizado lo que mi interior me decía en su momento. Puesto que es un poema de hace años. más la opinión tuya refleja en general todos esos pasos.
EliminarUn beso intercalado.
Emotivo homenaje a lo más grande (como es una madre), mi querido Quino, orgullo tienes que estar de haber tenido un ser tan divino a tu lado, el que te dio el ser.
ResponderEliminarBesines poeta.
Es bien cierto que madre no hay más que una. No sólo vine al mundo gracias a ella, si no que me ha educado con unos valores que nunca olvido. Eran una generación que va a tardar que haya otra en humanidad, humildad, sinceros, su palabra valía más que un escrito, etc. Hoy por desgracia (salvo raras excepciones) aún se encuentra algo en forma de partitura que al menos te indican o los admiras por su saber estar en el camino de la vida.
EliminarUn placer que me visites. A mi no me deja entrar en tu blogger. No sé el porqué. Te deseo un feliuz domingo.
Besiños con mimo.
Bello homenaje, Quinito.
ResponderEliminarUn beso ( o dos). ;)
Muchas gracias, Lucía por tu visita y por tu opinión que ya sabes que siempre te tengo en cuenta.
EliminarBesos de arándonos...